MENSAJE DE NAVIDAD PARA LOS QUE BUSCAN JUSTICIA / MARCELO MARCHESE


La fiesta que celebramos como Navidad fue mucho antes el ritual de celebración del solsticio de invierno en el Viejo Mundo, pues la Iglesia, así como otras religiones, ocupó el lugar de los antiguos rituales con los rituales propios, y construyó catedrales donde antes había templos.
El solsticio de invierno marca el momento en el año a partir del cual los días serán más largos, se renueva el eterno renacer, y en rigor, esta celebración de hoy altera un poco pero no modifica la esencia del ritual.
No se sabe cuándo nació Cristo. Para algunos, ni siquiera existió. Atendible argumento que no comparto. Creo que existió y que hizo “milagros”, que significa que lograba, con la aspiración y entonación adecuadas, mover materia con palabras. No sabemos el verdadero poder que tenemos y cada hombre hace en su vida lo que se “anima” a hacer.
“Anima” viene de “ánima”, ese espíritu que nos impulsa, y animarse es dejarse poseer por ese espíritu, por esa alma. Te animás a hacer algo y ya sos otro, pues “Ayer no fui yo”.
Sea que haya existido este hombre o no, tenemos al personaje literario, que es el más prodigioso personaje de la literatura fantástica: resucita a los muertos, cura a los leprosos, camina sobre las aguas, multiplica el pan y hace del agua vino, pero también defiende a las prostitutas, te recuerda que mires la viga en tu propio ojo y no tanto la espiga en el ajeno, amonesta a los sepulcros blanqueados y expulsa a latigazos a los mercaderes del Templo.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de Justicia, pues ellos serán saciados” “Bienaventurados los perseguidos por causa de la Justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos” dijo desde la Montaña, pues la montaña es el umbral de la tierra y el cielo.
Queda por saber si esa Justicia será alcanzada en el más allá o es éste el lugar donde debe manifestarse el drama. Lo único seguro es que esas palabras fueron dichas en este mundo y las tenemos ahora frente a nosotros.
A partir de hoy muere el invierno de la vida y el sol ordena florecer a la Naturaleza. Es un milagro al que asistimos todos los años y lo celebramos, y para nosotros significa que algo pugna por florecer.
Los mercaderes del templo y los escribas que erigieron la cruz, no creen en los milagros. Hacer verle al País el peligro que implica este Contrato ROU UPM sería para muchos un verdadero milagro, pero uno logra hacer sólo lo que se anime a hacer, y nosotros estamos invadidos por esa “ánima”.
Se nos ha dicho que “La verdad os hará libres”, pero no es fácil encontrar la verdad ¿Cuál en verdad es el objetivo último de este Contrato? ¿Con qué se anuda? ¿Desde cuándo viene y hasta cuando y a que otras cosas llevará? ¿Podemos desde nuestro tiempo y lugar entender los planes que el Poder hace a futuro?
Brindo por la renovación y la esperanza, y brindo por la Justicia y por la eterna búsqueda de la verdad, esa bella esquiva. El brindis es otra institución que heredamos. En el bosque, en la Alta Edad Media, los justicieros se reunían para liquidar de una vez los problemas que les generaba algún Señor prepotente. Formaban una hermandad y sellaban el pacto con un brindis.
Hacemos cosas sin saber por qué las hacemos, pero en algún lugar sabemos por qué las hacemos. Una fiesta milenaria, un brindis repetido infinitas veces, el milagro que aguarda detrás de la puerta.

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