Tresfilos Tavares / Cap 6 / Por José Luis Facello

Noveno día
En los últimos tres días el comisario retirado Jacinto Panzeri había dado prioridad al caso de la niña desaparecida, desde el momento que Margarita en pocas palabras incidió de manera determinante. La mujer compungida, arguyó que la investigación sobre la corruptela de “mundo FIFA” podía posponerse, no era el momento, dijo considerando que los rastros de las mafias no desaparecen de un día para otro. En cambio, había dicho con angustia de madre, la suerte de Valeria no podía esperar más.
_ Debemos ayudar a encontrar la verdad… por dura que sea, imploró la mujer que todavía cruzaba por la etapa del duelo, con la sombra perturbadora que a toda hora no le daba un momento de paz, desde la madrugada que la anoticiaron el asesinato de su esposo, el subcomisario Milton Martínez.
_ Es todo muy raro, comenzó diciendo Panzeri, las líneas de investigación que llevan adelante los muchachos de Inteligencia Paralela se desplegaron, a falta de indicios o elementos probatorios que no fuesen sólo supuestos, en perforar el silencio que según la persona indagada podía ser evasivo o el acto reflejo por temor al crimen organizado.
No faltaban los rumores rayanos a la inventiva o las sentencias prejuiciosas que invertían el lugar de la víctima con el del victimario.
La desnudez como se muestran las jovencitas provoca a los hombres…
Por otra parte, los muchachos de archivos de I.P. buscan intensamente a un centenar de sujetos, en libertad después de purgar las penas, cuyo perfil concuerda con casos anteriores de ataques sexuales, de abusos seguidos de violaciones o muerte… Sino secuestros con fines tan perversos como sádicos. O el pedido de rescate seguido al secuestro.
En el caso de Valeria, no hay nada como no sean suposiciones…
_ ¿Y qué conseguiría la policía con eso? preguntó la mujer.
En aquella ocasión Panzeri recurrió a la pipa y su lata de tabaco Holland House, un artilugio recurrente para aplacar la ansiedad en los momentos que la realidad superaba a las mentes más ingeniosas.
_ Cumplen con el procedimiento para dar con el o los responsables de la desaparición de la muchacha. Las averiguaciones del paradero de parte de la madre, en los hospitales y los pocos lugares que solía frecuentar no agregaron nada para despejar el misterio.
La pobre mujer consultó a un vidente quien asegura que su hija está con vida…
_ ¡Que calvario el de madre e hija! atinó a decir Margarita compenetrada en el dolor  de las otras mujeres.
Panzeri se refugió unos momentos en el aroma del tabaco.
_ De mi parte realicé una recorrida y di con un informante en el barrio de La Cruz.
¿Qué puedo contarte? Sobre la niña nada… pero surgió algo en cuanto a la desaparición del padre de una de las chicas en la noche del apagón. Lo recordarás…
_ Sí, algo contaste del asunto…
_ La conversación con el sujeto, dijo Panzeri describiendo la situación, duró lo que se tarda en fumar un cigarrillo pero de ello se desprende que el tal Lalo, el padre de Shaira, no estaría desaparecido sino escondido en algún lugar que dice ignorar el informante.
Otro supuesto que parecía no conducir a ninguna parte, pero me equivoqué. 
Amenacé al tipo para que hablara y entonces, dijo que dicen, que Lalo mercadea droga en los alrededores del estadio Charrúa. Pero obviamente, no está escondido por eso sino por su trabajo de transportista.
_ No entiendo, dijo Margarita con mirada interrogativa.
Panzeri sacó del portafolios una carpeta con recortes de Medios & Medios con fechas de edición de los últimos meses, para a continuación, extenderlos prolijamente sobre la mesa y someterlos a la atenta mirada de la mujer.
_ Las noticias a veces hablan por sí solas… dijo el hombre invitando a echar una mirada sobre los recortes periodísticos.
Los titulares variaban pero era común el fondo del asunto.
“TREINTA BOLSOS CON COCAÍNA EN UN CONTENEDOR CARGADO DE ARROZ”.    
“PUERTOS Y AEROPUERTOS BAJO LA MIRA DE LA DEA”.
 “INCAUTAN DROGA EN BARCAZAS CON SOJA A GRANEL”.
 “LA TRANSPARENCIA BAJO LA LUPA DE LAS AGENCIAS ANTINARCÓTICOS”.
_ Por lo que veo, dijo Margarita, alcanzo a imaginar cómo será la verdad de las cosas si esto es información pública.
El comisario jubilado sonrió maliciosamente por la lógica respuesta de la mujer.
_ Es una buena observación, pero la realidad está siempre sujeta a la interpretación que de ella se hace. Los hechos existen de modo innegable, pero bien pueden existir otros móviles detrás de las noticias… como ir por la cabeza de algún funcionario de la aduana, o disputar territorios entre malvivientes, sino embarrarle la cancha al gobierno en vísperas de las elecciones.
¿Nada simple no?
Panzeri abrió el interrogante a modo de ilustrar la magnitud del entramado local e internacional del crimen organizado, infiltrado en las operaciones del comercio global.
Desdobló otras páginas que daban cuenta de asuntos que están en manos de la justicia, en plena investigación del tráfico marítimo que vincula al puerto de Montevideo con Hamburgo en Alemania o Amberes en Bélgica. Por caso, cincuenta contenedores conteniendo soja procedente de Paraguay y cuatro con despacho en Los Cerrillos, departamento Canelones, que al ser  escaneados dieron ¡o sorpresa! el resultado de que portaban carga ilegal por mil cien millones de dólares.
Margarita atendió un llamado de uno de los chicos y se alejó a la cocina, mientras tanto conversaba se dio a la preparación de unos mates.
_ ¿Y entonces? preguntó a la vuelta.
_ Bueno, quizá la hipótesis de vincular las dos desapariciones, del hombre y la muchacha en la noche del apagón no tenga mayor sustento. Pero buscar a ese sujeto es importante para verificar donde estaba aquella noche y que ocurrió para que desistiera de pasar a buscar a las chicas o porqué decidir a guardarse en un escondite.
_ Eso si no fue obligado a actuar de ese modo, observó la mujer.
_ El tipo está con vida porque no hay indicio de lo contrario, según la policía no está hospitalizado ni en la identificación cadáveres tampoco hay señales de él. El dato sugestivo es que desde entonces no hay registro de operaciones con la tarjeta ni por internet.
_  ¿Y tú qué piensas hacer?
Panzeri limpió la pipa y la recargó con tabaco. Tomó su tiempo para encenderla y entrecerró los ojos, quizá imaginando una respuesta que no tenía.
_ Buscarlo, tarde o temprano daremos con él porque sospecho que a ese tipo los jefes lo dejaron solo.
Y empezaremos por rastrear la camioneta utilizada para el transporte de mercancías.
 (espacio)
A las once de la mañana Tavares ingresó por la puerta lateral del “Nuevo Bristol” y ocupó la mesita que desde hacía mucho tiempo se había constituido en el lugar habitual del encuentro. En particular, con Panzeri. Y con sus amores, Ñambi y Andy.
_ Buenos días licenciado, saludó el mozo.
_ Buenos días Fraga, ¿todo bien?
_ Todo bien, ¿qué le sirvo?
_ Lo de siempre, un café cortado en vaso.
_ ¡Sale un cortado en vaso para la mesa tres!, voceó el mozo en la inmensidad del salón vacío. Fraga se encaminó hasta la máquina exprés, a sabiendas que a esa hora el empleado del mostrador hacía las compras a las órdenes del cocinero, por lo que él mismo preparó el pedido.
Términos como peón pa´ todo o proletario, habían sido arrumbados para dar lugar al trabajador polifuncional, un eufemismo que no alcanza para disimular la explotación, a veces salvaje, impuesta en los nuevos modos del trabajo. 
Cargó café en el filtro, dispuso el platillo y el vaso caliente, agregó un chorro de leche y espumó bajo la canilla del vapor, a continuación accionó la palanca y un fino chorro de café fue llenando el vaso como elevando la blanca y coposa espuma. Adicionó al platillo una cucharita y dispuso todo en la bandeja, junto a un platillo con sobres de azúcar y edulcorante, otro con snacks dulces, más un vaso con agua y el servilletero.
Después mostró la bandeja al patrón, un hombre demacrado y cabellera ajada como el cuello de la camisa, del que recibió el ticket con el importe.
_ Su pedido licenciado, dijo Fraga con cortesía.
_ Gracias.
Tavares sorbió despaciosamente el vaso de café, mientras derivaba la mirada por la plaza más allá del cristal de la fachada del bar.
Una especie de portal a una dimensión paranormal, la arboleda teñida de ocres, los ancianos ocupando los bancos en el acto de la inútil espera y los perros y las palomas disputando algo comestible en derredor de los canastos de la basura.
Tavares desechó las descripciones fáciles o establecer paralelismos con la realidad del país de las cuchillas, pero no por ello dejaba de percibir en el micro mundo de la plaza el estado inmanente de la necesidad, de la insatisfacción, si se quiere, la mirada saturada por la incertidumbre de los sobrevivientes.
La ciudad semejaba a un animal echado a orillas del mar lamiéndose las heridas.
Los montevideanos emulábamos sin saberlo a Sin City, la ciudad del pecado.
Habitada por hombres y mujeres grotescamente maquillados, embellecidos por la mano del artista, y las bestias de animé que disputan el amor y la furia en el cielo de la  modernidad.
La niña desaparecida la noche del gran apagón, en una urbanización planificada hasta olvidarse de las personas y en medio del festejo de un cumpleaños familiar, de alguna manera se inscribía más que en la diversidad en las anomalías del diario vivir.
Tavares llamó al mozo y con la disculpa del caso pidió recalentar el vaso de café. 
Fraga regresó con un café cortado en vaso, recién hecho y sin cargo por tratarse el detective de un cliente habitual.
_ Su café licenciado.
¿Todo bien? inquirió el mozo con la confianza que se profesaban.
_ Me distraje… sí todo bien ¿Y usted?
_ Bien licenciado, aunque a decir verdad no sé qué pensar…
_ ¿Pasa algo?
_ ¡No sea malo! En estos tiempos entreverados por las noticias cruzadas, parece que a los pueblos les da lo mismo votar izquierdas que derechas… dijo Fraga y se retiró mucho más aliviado por lo dicho, a atender otra mesa.
Tavares bebió el café, despaciosamente hasta el sabor amargo de la borra. No le importaba un comino los políticos cuando el mandamás eran los banqueros…
Creyó entender el comentario de Fraga.
Cuántas veces las circunstancias conjugaban sentimientos contradictorios que llevaban a un aprendizaje forzoso, a encarar un asunto más que por un norte definido, a pura intuición. Ñambi la muchacha inmigrante y prostituta que conoció en El submarino amarillo, que aunaron soledades hasta amarse sin límites ni tapujos hacía una semana había regresado a Ibicuí, su terruño natal.
Recordaba la vez que la acompañó de vuelta al lugar y la casa familiar, al encuentro con los suyos después de tanto. Una familia de campesinos por generaciones, dueña de un campito y un rebaño.
Candy, la estrella fulgurante del Karim´s Club Montevideo se retiraba con algunos dólares ahorrados al cumplir treinta y tres años, dispuesta a construir su casa y recuperar sueños después de tantas postergaciones y engaños. A nadie contó sobre las agridulces circunstancias del derrotero hasta establecerse en Montevideo, gracias al empleo en el club y la protección de su dueño, el hindú Akash Jain.
Como la otra vez, me invitó a acompañarla, trató de persuadirme para que me tomara un año sabático en tierras guaraníes, y regresar juntos una vez cumplido el sueño del inmigrante, ver su casita terminada, una casa en la tierra que la vio nacer.
Tavares que algo conocía  de sueños y pesadillas, abrazó a la muchacha y le susurró al oído la promesa de reencontrarse a la vuelta o cualquier día no muy lejano. Bastaba disponer de un tiempito y un boleto de avión para escaparse tres o cuatro días.
El abrazo resumió el amor y abrió un compás de esperanzada espera…

***

A las tres de una tarde soleada, Loli, Cintia y Shaira convinieron reunirse en la plaza lindante al campo de deportes. Un lugar apacible que conocían muy bien y al que acostumbraban ir cuando el clima se presentaba amigable como esa tarde. El liceo distaba de allí a sólo tres cuadras, por la calle 20 de Febrero en dirección al mar.
El tránsito afiebrado de la avenida se perdía entre las copas de los árboles y los arbustos circundantes.
_ Hace mucho este lugar no era así, dijo Cintia al rescate de los recuerdos de su padre.
Cuando funcionaba el playón y los talleres de la Amdet  se multiplicaban en los alrededores los bares y comercios, las ferias y talleres y por eso, esta zona fue muy transitada por trabajadores y vecinos. Épocas de trabajo y pesos fuertes…
Ninguna de ellas tenía ganas de escuchar historias de viejos y quizá por eso guardaron silencio… o porqué de aquel apagón inexplicable a este sábado habían pasado nueve días de que extrañaban la ausencia de una de ellas. Impedidas de estar juntas como siempre ocurrió, desde que se conocieron en el primer día de liceo.
Ellas creían íntimamente que Vale estaba perdida en algún lugar, no podía ser de otra manera. No lo decían, pero negaban otra posibilidad que no fuese que Valeria estaba a salvo en algún lugar, porque lo Otro, las sumía en el desconcierto y un miedo hasta ahora desconocido. 
_ Recién envió un mensaje Noelia, avisando que está viajando, que nos vemos.
_ Está bueno que nos juntemos con la mamá de Beti en un lugar neutral, dijo Shaira mientras cebaba el primer mate dulce.
_ No entiendo eso… dijo Loli, ausente de la realidad como no fuera por su presencia silenciosa.
_ ¿Sos tarada vos?
_ ¡Amiga, no soy tarada sabes! respondió ofuscada.
_ Maduren chicas, o no saben lo que está pasando en la casa de Beti.
Así habló Cintia, sin duda la muchacha más extrovertida y receptiva de lo que  ocurría a su alrededor. Siempre había sido así, desde pequeña había dado señales de percibir las cosas de modo diferente a los demás. A veces sorprendía a propios y extraños con observaciones aparentemente extemporáneas, como el día que dijo a la hora del almuerzo, que conocía a dos niños que hurgaban en el contenedor de la basura. En otra ocasión que la novia de su padre dijo que no pensaba tener hijos, ella se entrometió mientras miraba los Simpson, con que su mamá amaba a una mujer que tenía un hijo de soltera. 
_ No necesariamente las cosas suceden simplemente como nos cuentan…
_ Hola chicas, dijo Noelia saludándolas como si nada, minimizando de ser posible la angustia acompañante a sus días, por Valeria y en alguna medida por Beti, su hija.
Tomaron mate dulce y conversaron al calorcito del otoño, dialogaban con la mirada y reencontraban unas con otras con apenas una sonrisa que alumbrara la esperanza que anidaba en sus corazones. Era la única protección cuando el miedo surgía de cualquier parte con la risa sarcástica del fatalismo.
_ Chicas yo no sé cómo decirlo, pero entre nosotras no podemos callar nada porque en mi propia casa, no en la calle que es tierra de nadie, ocurrió lo inexplicable.
La joven mujer se recogió un momento sobre sí misma y después habló.
_ Mi pequeña Beti está sufriendo de algo que la amenaza y asusta, sonidos que remiten al silencioso cautiverio, a débiles llamados que se filtran entre las paredes y los pasillos de la torre GH-57 como para quitarle el sueño desde la desaparición de Valeria.
Espero que nos comprendan, Beti no quiere ver a nadie y apenas si recibe al sicólogo que la visita. Del shock inicial pasó a construir una laboriosa coraza imaginaria que la protegiera, días de silencio y ayuno forzado y llanto…
Después el sicólogo escuchó de boca de Beti el balbuceo reiterado de sentir mucho miedo.
_ ¿Miedo a qué? preguntó Loli, influenciada por el espíritu místico de su madre.
_ El sicólogo lo explica con otras palabras…
_ …
_ En pocas palabras, mi pequeña Beti teme que la rapten como a Vale…
Yo suspendí mi trabajo, podóloga a domicilio, para acompañarla día y noche…
_ ¡Por favor Noelia! explícate mejor, exigió Shaira que hasta ese momento había guardado respetuoso silencio.
_ Beti cree ver el cuco rondando los rincones… dijo Noelia y rompió a llorar.

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