Tresfilos Tavares 9 / José Luis Facello

Día diecisiete.
Se los veía a simple vista rejuvenecidos y quizá por eso ambos fueron recibidos en son bromista, oportunidad que el asador aprovechó para ironizar sobre Jacinto Panzeri.
_ ¡Linda hora de llegar, compadre! Total, acá está su esclavo al calor y el humo de la parrilla…
_ ¡El precio de la fama! Por tus virtudes innatas de boy scout quedas designado como jefe parrillero vitalicio.
_ Hola Margarita, dijo Tavares besándola en la mejilla.
El comisario retirado miró en derredor y preguntó por Dieguito, su ahijado, pero recibió por respuesta, que el niño estaba resfriado y se quedaba en la casa por consejo de la abuela Delia. 
Margarita recibió las atenciones de Hannah y ésta una bandeja con una torta de ricota, hecha en casa, subrayó la visita con simulada jactancia.
Las chicas ampliaron la rueda y optaron por tomar Campari con jugo de naranja, mientras preparaban las ensaladas.
_ Margarita, ¿cómo están tus hijos? preguntó Hannah sabiendo del delicado trance que atravesaban.
_ Diría que están bien, tratando de superar la falta del padre en una edad difícil, respondió tratando de no dramatizar un hecho antinatural como fue el alevoso crimen de Milton. Habían pasado seis meses de su muerte y ella parecía no haber despertado de una pesadilla.
_ No es sencillo, intervino Andy, lleva tiempo asimilar cosas tan absurdas… 
Panzeri a instancias de Tresfilos fue a hacerle compañía, provisto de un vaso de tinto. Hicieron un brindis por la amistad y a poco el comisario derivó en contar el inmejorable momento que atravesaban con Margarita. Los hijos de ella terminaron por aceptarlo,  desde que recordaban la vieja amistad con la familia.
Un lagrimón asomó en los ojos del viejo comisario cuando trajo a la memoria la camaradería que lo unió a “la chancha” Martínez.
Tresfilos algo intuía. Lejos de un escarceo amoroso propio de los más jóvenes, el enamoramiento de su compadre y Margarita prosperaba en los términos de dos amantes que soslayaban el paso del tiempo, pero reafirmando con recato que su tiempo era éste.
La humareda los obligó a retroceder dos pasos, pero Tresfilos munido de un palo se las ingenió para reacomodar las leñas acorde al manual del buen asador.
A continuación, Panzeri dijo que había recibido un llamado que lo tomó por sorpresa.
El detective con mirada curiosa preguntó por la causa, porque no acostumbraban a hablar de asuntos de trabajo cuando compartían de tanto en tanto la mesa de la amistad.
_ Me llamaron de la productora del Desatino de la brújula, el programa de la Jessica Buendía, para convenir una entrevista en vivo y acordar los temas de la agenda.
_ ¡Esto sí que es una sorpresa! convino Tresfilos. ¡Felicitaciones compadre!
_ Ellos tiene la idea de abordar la violencia de género a partir del caso de Valeria.
El misterioso caso de la estudiante desaparecida que estremece a la sociedad, dijeron con la frivolidad que los caracteriza.
_ El sensacionalismo y la carne podrida son su especialidad, comentó el detective que ya había agotado la cuota de credibilidad con todo lo vinculado al emporio de Medios & Medios. Algo conocía del multifacético monstruo carente de corazón, a partir de la investigación del crimen de Candela Maizani, la secretaria y amante del magnate Pedro Prado Perdriel.
_ En efecto, dijo el comisario, más que la mirada responsable de los hechos les importa la interpretación a su antojo y el éxito de los negocios.
En la reunión de los viernes, Hannah había advertido los cuidados especiales a tener ante los delitos, en particular los de género, a la hora de abordarlos públicamente. Una palabra ambigua podía ser aprovechada para desviar la atención del asunto principal e instalar una mentira más a la cadena de mentiras.
Recordaban que aquella vez, Hannah ojeó las páginas de un libro de J. Butler y leyó algunos párrafos subrayados donde los aspectos centrales del feminismo, las ideas y los cuerpos o el sentido de la libertad, hacían a aspectos insoslayables del análisis y la realidad de las mujeres en occidente.
En eso estaban cuando hizo su entrada Heber Cardozo.
Saludó a las visitas y estrechó en un abrazo apasionado con su mujer.
_ ¿Para cuándo el asado? preguntó mientras descorchaba otra botella.
Se saludaron con efusividad e hicieron otro brindis por la amistad.
Después, la conversación entre los hombres derivó del futbol a las especulaciones de tal o cual candidato ganaría las elecciones presidenciales; o acerca del misterio de la chica desaparecida. Para finalmente, arribar a los quehaceres de Cardozo en materia de construcciones viales.
Las risas de las mujeres llamaron la atención, conversaban de modo desaforado sobre los cocineros de la tele, despellejándolos sin piedad, descalificando las recetas rebuscadas que ofenden a los que malcomen.
Al sentirse observadas, alzaron los brazos en un solo reclamo.
_ ¿Dónde están los tres gauchos orientales?
_ ¡El asado está en cinco minutos! retrucó Tresfilos.
_ Qué mujeres… dijo Panzeri fastidiado por todo lo que fuera una manifestación colectiva.
Los hombres dieron cuenta del Tannat, mientras las olorosas carnes hacían de la espera algo deleitable.
_ ¿Cuánto de verdad hay en lo que se dice sobre los grandes camiones? preguntó Tresfilos por lo escuchado en radio Colonia.
El silencio del comisario plasmó que no tenía idea del asunto y aguardó la respuesta de Cardozo.
_ Las fábricas de celulosa y las mineras, los caminos y los grandes camiones, como los que se utilizan en África, en Australia o Brasil dijo a modo de situar las regiones que adolecen de transporte ferroviario, conforman una especie de triángulo de las Bermudas.
_ ¿De qué estás hablando?
El técnico disponía de la experiencia suficiente como para disertar por horas, pero la reunión era entre amigos y su intención distaba de aburrir a nadie.
_ Las grandes industrias productoras de materias primas demandan del transporte un flujo acorde a sus necesidades.
_ Es razonable…
_ Por eso las inversiones están sujetas a garantizar algunas obras importantes a cargo de los gobiernos, básicamente caminos y energía.
_ No me extraña, dijo Panzeri, cualquier prestamista de la calle Andes o afamadas financieras toman sus recaudos, aun cuando el monto del crédito sea irrisorio…
_ Su observación comisario es oportuna, aprobó el técnico, porque las inversiones, los préstamos y principalmente las deudas, son el asunto principal de los bancos y en cualquier proyecto poco importa si es una gran corporación o un micro emprendimiento.
_ Me perdí en el triángulo… dijo Tresfilos.
_ A eso voy. Los finlandeses de la industria de la celulosa demanda rollizos en cantidades crecientes, o sea, más carga transportada desde la forestación a las plantas de elaboración, de los embarcaderos fluviales a los puertos marítimos.
Al inexplicable abandono del ferrocarril, los especialistas extranjeros proponen importar grandes camiones. No cualquiera, del tipo de los Scania R730 QUBE, de los Volvo FH 16, o los Mack Titán entre otros gigantes. 
_ ¿De qué está hablando? preguntó el comisario poco interesado en las innovaciones tecnológicas del mundo motor.
_ Los llaman trenes por carreteras, camiones y acoplados de treinta, cincuenta y hasta cien metros de largo, con la potencia para recorrer regiones inhóspitas y atravesar con sus valiosas cargas selvas y desiertos.
_ Cuesta creer las cuestiones de gran escala en un país pequeño como el nuestro.
_ Yo que vos lo pensaría, dijo Cardozo a un desconfiado Tresfilos, ellos crean una necesidad que trae otra… ¿se entiende?
Porque la nueva generación de camiones son de trocha más ancha a lo acostumbrado, lo que obliga a remodelar las carreteras, ensanchar la distancia entre las banquinas, haciendo las curvas más suaves y preguntarnos ¿qué hacer con los puentes carreteros?
_ Si no, ¿cómo para adelantarse por el costado de esas bestias a ciento cuarenta kilómetros por hora? dijo Tresfilos, con la jactancia de los que hacen algunas escapadas por las rutas del país.
_ Vas comprendiendo socio, el triángulo que conforman las pasteras, los trenes de camiones y las nuevas obras viales, probablemente harán desaparecer cosas conocidas de modo insospechado.
_ ¡Todo sea por la modernización! dijo uno.
_ ¡Já! dijo el otro.

***

Más distendida, Shaira prosiguió con su testimonio ante la mirada expectante de los tres investigadores de T.B.&P.
_ Cuando era chica mi padre me llevaba una o dos veces a la semana al reparto en la camioneta, salvo cuando viajaba a Colonia o tenía que ir al aeropuerto, pero por lo general, elegía la compañía de mi hermano.
Conmigo las cosas nunca fueron fáciles, y él cada vez que podía, nos achacaba a mi madre y a mí como culpables del segundo nacimiento, que los patrones no toleraban entre los empleados con familia. Eso duró apenas tres meses, hasta que la abuela viajó a Francia y se hizo cargo de mí.
Al hablar, Shaira lo hizo como si se sacara un peso de encima, con la mirada perdida en los rostros adustos de los detectives sentados frente a ella.
_ De hecho siento que la abuela es mi mamá, continuó con voz quebrada.
Debieron pasar diez años para que ellos volvieran al país, casi desconocidos sino fuese por las fotografías y las escasas anécdotas de la abuela, porque ella también era víctima de las ausencias.
Retornaba mi madre apesadumbrada por el esfuerzo malogrado, de una aventura sin gloria, y el sentimiento de culpa por abandonarme en brazos de la abuela. En cambio, descubrí que mi padre reúne en una sola personalidad la furia y el secretismo; más de una vez escuché detrás de la puerta del dormitorio las amenazas veladas a mi madre y el alevoso sopapo, propio de los cobardes.
Entonces empecé a odiarlo, puntualizó Shaira con un hilo de voz.
La mirada de Hannah se endurecía a medida que escuchaba a la muchacha, mientras Tavares buscaba componer el perfil de Lalo, un tipo astuto y escurridizo camuflado detrás de un revendedor de quesos.
_ El reencuentro con la familia, continuó la muchacha, me resultó con sabor agridulce, aunque la mayoría de las veces no logro explicarme las cosas que nos pasan.
¿Cómo entender los por qué, para aceptar que tres botijas fuesen asesinados en enero?
¿Qué palabras encontrar para explicar lo ocurrido con Vale?
Sin proponérselo, Shaira interpeló a los detectives por los hechos atroces en sí, más allá de la resolución de cada caso, desde que la mayoría de las veces las víctimas y los victimarios eran todos jóvenes como ella y sus amigas.
Para ninguno de los tres adultos pasaron desapercibidas las palabras y la angustia de la muchacha, pero a Panzeri lo afectó sobremanera como para hacerlo pensar si ya no estaría viejo para algunas cosas. De pronto sintió un escalofrío, un día de estos sería entrevistado por Jessica Buendía para abordar el tema de la convivencia ciudadana y la inseguridad latente en el espacio urbano.

Comentarios

Entradas populares