Tresfilos Tavares 13 / José Luis Facello

Día cuarenta.

Al pasar junto al puesto de diarios Tavares pispió los titulares y siguió su camino, pero esa mañana algo llamó la atención y decidió volver sobre sus pasos para comprar “El País”.

El salón del Nuevo Bristol estaba vacío a esa hora, las siete y media.

Ocupó la mesa acostumbrada junto al ventanal que daba a la plaza.

Los rigores de mayo hacían de los árboles un espectáculo desolador, las ramas sin follaje y los gorriones alborotando en las palmeras de canarias. Estoicos como estatuas, los ancianos buscaban un lugar al amparo del sol, su modo de estar en el mundo en tanto alimentar a las palomas, repitiendo el ritual de la sobrevivencia mutua.

_ Buenos días licenciado, dijo el mozo con cortesía.

_ Buenos días Fraga ¿cómo está?

_ A la espera de los pasos del nuevo presidente.

En una elección caracterizada por las adjetivaciones más que por el diagnóstico y las propuestas, se impuso por la mínima y suficiente diferencia el candidato del partido Blanco, Lacalle Pou.

_ Que todo sea para bien, apuntó el mozo al decir de su madre.   

El detective divagó con la mirada entre el ir y venir de los peatones que a esa hora apuraban el paso en dirección a sus quehaceres.

¿Su madre y Dieguito estarían durmiendo o dispuestos a desayunar? se preguntó con el amargor de un padre solo, a sabiendas que el sentimiento de la ausencia era de un amargor compartido. Así resultaron las cosas, sin retorno, a partir de que Doris accediera al programa de intercambio con Inteligencia Paralela, división Argentina.

_ ¿Lo de siempre, licenciado? interrumpió el mozo.

_ Sí, gracias.

El detective desechó pensar en Ñambi como en Andy por recordarle el perfume ambiguo de los amores abiertos… y el estado de embriaguez sentimental.

Desdobló el diario y recorrió con la mirada los titulares.

“LACALLE POU ES PRESIDENTE”;  “NO NOS AGARRARAN DORMIDOS”;  “CON LA ALTERNANCIA GANÓ LA DEMOCRACIA”.

Mientras esperaba a Panzeri se demoró en la sección Deportes y los resultados de la Champions league. Después ojeó las noticias en Policiales hasta que descubrió un título que lo paralizó: “ENCUENTRAN EL CUERPO DE UNA JOVEN MUJER EN EL BASURAL MUNICIPAL”.

Al momento que entraba un despreocupado Panzeri, el detective seguía ensimismado con negar que el cadáver hallado en el basural de Oncativo y Valeria, la muchacha desaparecida, pudiese ser la misma víctima. Tan enajenado estaba, que ni siquiera reparó en la llegada del comisario que lo observaba parado junto a la mesa.

_ Tavares ¿ocurrió algo?

_ Nada comisario, dijo rompiendo el mutismo.

Panzeri intuyó que el otro escondía algo, Tavares no era un tipo de andar cavilando grandes ideas o pensamientos. Y aunque se lo guardase era un tipo de buen corazón. Lo conocía bien porque estuvieron juntos en las calles durante los últimos quince años, sabía de su capacidad para enfrentar situaciones difíciles o dolores de cabeza colaterales a sus principios, refractarios a la corrupción o la prebenda.

Sobrevivió la noche que asesinaran de modo vil al “gallego” García y a Pedemonte, pero su suerte ya estaba echada de antes, por eso la salida de las filas de I.P. fue lo más aconsejable. Él personalmente en calidad de superior y considerando la peligrosísima situación, le echó una mano para acelerar los trámites del retiro.

_ Buenos días. ¿Qué se va a servir? preguntó Fraga.

_ Un café, pidió el viejo policía con el humor desmejorado.

_ Para mí lo mismo, dijo Tavares indicando al vaso vacío.

Cuando el mozo se hubo retirado hablaron.

_ ¿Está al tanto? preguntó el detective mostrando el titular del diario.

_ Sí, ayer a última hora Hernández me avisó del asunto.

Imagino lo que estás pensando, descarta todo al respecto porque en el celular de la víctima encontraron datos que permiten identificarla, en principio, como ciudadana holandesa, joven de unos treinta y pocos años. Analizan los llamados y revisan las selfies en busca de algo más.

Pero Hernández dijo que recibieron un llamado del alcalde, que habló en nombre del ministro dando precisas instrucciones. El caso está vedado para el público, razones de imagen de país y no preocupar a los inversores. Con la presión de los finlandeses el gobierno ya tiene bastante…

A partir del dato de Hernández, Tavares no pudo disimular el paso de la tensión al alivio, al punto que no pudo asir el vaso por temor a volcar su contenido.

_ ¿Por qué tirar el cuerpo en el basural? preguntó dubitativo el detective.

_ Por lo poco que se sabe, la encontraron en el lugar donde fue asesinada.

Tavares miró al comisario sin comprender.

_ Pero ¿cómo llegó una holandesa a ese lugar?

_ La investigación recién empieza, al menos sabemos que no es nuestra muchacha…

Tavares observó al comisario con igual asombro al de la maestra interpelada por un niño precoz.

(espacio)

Cuando Tavares regresó a la oficina se sintió sin aire, como el boxeador que sube al ring después de una noche de farra y placeres, aunque para él se tratara de la obsesiva pretensión de erradicar la maldad que asolaba la ciudad, que era a fin de cuentas, lo que lo animaba a mantenerse en sus trece.

Primero, Valeria la chica desaparecida y ahora otra muchacha atrapada al través de una puerta giratoria que no para jamás, mientras vomita a la calle el crimen de cada día.

Se cambió de ropa y calzó los championes gastados, después sin pensar en los asuntos pendientes salió a trotar por la rambla con Malevo.

El aire frío restablecía su ánimo y la amplitud de mar y cielo captaban la mirada del que busca respuestas a tanto asunto escabroso, haciéndolo pensar si la simplicidad no fuera cosa de otro tiempo.

Recuperó como un privilegio de lo simple, estar vivo y correr acompañado por el infatigable perro. Bajaron a la playa y el animal se dedicó por entero a perseguir y ladrar a los petreles en un acto tan inútil como instintivo. Y las aves a levantar vuelo, dar un giro y posarse en una táctica que asemejaba a los consejos del gran guerrero Sun Tzu.

¿Qué pretendía Hannah con su idea?

Lo había llamado para avisarle del plan de trabajo para esa mañana. Previamente, comentó que había ganado la confianza de tres botijas que jugaban a la pelota en un descampado aledaño a las torres de las alturas de Malvín. Y que estaban dispuestos a enseñarle un camino marginal, que conducía desde los edificios a la playa.

El plan era temerario por lo que contaba, entrarían linterna en mano, por desagües subterráneos del Camino Carrasco hasta llegar al vertedero en el lago del parque Rivera. De allí tomarían por el arroyo hasta dar con el viejo molino de Pérez y la playa Honda.

Qué pretendía ella con semejante incursión no lo había dicho claramente.

Al regresar, estuvo más de la cuenta bajo la lluvia caliente y la reconfortante sensación de despejar los síntomas de fatiga de cada articulación, de cada músculo.

Se sentía un hombre nuevo, como cuando entrenaba con don Carlos, y con hambre.

Una cerveza y un refuerzo de fiambre fueron suficientes.

Dio por recordar a la bella Antonina Creuza y la voz embriagadora que remitía a esas mujeres imaginarias como imposibles de describir en pocas palabras. De cualquier manera le gustaría conocerla mejor… ella guardaba cosas sin decir y eso la hacía una persona interesante, aunque poco confiable.

Era nada más que una sensación, pero la ubicaba en las antípodas de Andy Vallejos, o Ñambi, la campesina inmigrante.

Volvamos al punto. Para empezar tenían que rastrear dos cuadros perdidos en la ruta entre los aeropuertos de Guarulhos y Carrasco.

En nuestro país el mercado de arte tiene sus particularidades, rebuscada trazabilidad por falta de medios técnicos para detectar el tráfico de obras de arte, más el ingenio comercial en un área triangular integrada por las galerías y coleccionistas de Sao Pablo, Montevideo y Baires. Agréguese a eso los controles laxos en las aduanas…

Estadísticamente, tanto los robos denunciados en nuestro país como la exhibición restringida al living de algunos contados millonarios, se circunscribe a Punta del Este y alrededores.

Esto bien lo saben la policía, los reducidores de arte y también los ladrones.

Un negocio en expansión, el mercado negro y la evasión de impuestos que trasciende las fronteras hasta convertirlo, como otros tantos aspectos comerciales, de interés planetario para los gobiernos.

El detective encendió un cigarrito, entrecerró los ojos y se dejó llevar.

Cuando sintió abrazarse la punta de los dedos, se ordenó a sí mismo.

_ Tenés que empezar por encontrar al maldito de Lalo Salvatierra, Bermúdez o como mierda se llame.

 

***

 

A ella le gustaba mirar el mar pintado de azul sobre las azoteas y la ropa colgada ondeando como banderas, dejándose llevar hasta imaginar la existencia de un lugar donde reinasen las muñequitas de mazapán y confites, las casitas de obleas y chocolates y los árboles de chupetines. Un lugar sin nada que temer, protegido por un príncipe montado en un caballo dorado.

Su madre suponía, que el transcurrir de la mañana mirando por la ventana ayudaría a su niña a sanar del delirio y otros desvaríos que la perturbaban, a la vez que insistía tres veces al día, a tomar té de laurel. A Noelia la angustiaba que su hija conversara con un fantasma por las noches, temiendo que Beti cayera en la sinrazón atrapada por situaciones inexistentes, y que sólo su inocente cabecita podría llegar a albergar.

La muchachita a ratos se sentía sola, con la mirada perdida en el vacío como una forma de escapar a tanta crueldad y por momentos sentirse acompañada de Valeria, su inseparable amiga.

Vale, susurrando apenas para no romper el encantamiento de las noches, le decía que cada uno de sus cabellos sobrevolaba los jardines y las canchas de fútbol hasta posarse cautamente, como hacen las palomas con su mensaje en el anillo. La imaginaba sola y cautiva en un lugar abominable, anudando con su pelo un señuelo tratando de engañar a los captores, quizá rogando para que Dios y los vecinos de las torres no la olvidaran.

A eso le temía ahora al cabo de tantos días de su fatal cumpleaños, cuarenta días más exactamente, a la indiferencia que crecía como los yuyos en cada grieta de los edificios, porque al paso del tiempo nuevas Valerias corrían el riesgo de engrosar la lista de jóvenes desaparecidas.

En cambio, los chismes y las sentencias apocalípticas cesaron de modo abrupto al iniciarse el operativo policial de rastrillaje en las alturas de Malvín.

Había dicho  Jessi en el informativo de esa misma noche, que el saneamiento policial alcanzaría a otros barrios de la ciudad para llevar paz y tranquilidad a los ciudadanos.

Jessi lucía como siempre de modo radiante, con sus vestidos largos tapizados de lentejuelas brillantes o los sobrios trajes entallados y las blusas de colores increíbles, que no hacían otra cosa que destacar detrás de su voz dulcísima el fino encanto de una reina.

Ella y su mamá adoraban el programa El desatino de la brújula y a su conductora, Jessica Buendía, tanto como lamentaban haber nacido en un lugar donde los reyes eran sólo un privilegio y orgullo de los extranjeros.

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