ALMAGRO CONTRA DDHH Trump y su diplomacia proselitista: ¿y nosotros? Por Juan Raúl Ferreira. / CAEAS & CARETAS.

 Luis Almagro, OEA, Mike Pompeo, secretario de Estado, Estados Unidos (EEUU), Donald Trump

En Washington ocurren dos hechos sin precedentes en la historia. Uno involucra al inefable secretario de la OEA, nuestro compatriota Luis Almagro. El otro, al secretario de Estado, Mike Pompeo. Ambos hechos rozan la independencia histórica de nuestro país. Ambos los protagonizan actores políticos internacionales que ha tenido una injerencia muy intensa en decisiones muy puntuales de nuestra propia política exterior. Ahora, entonces, ¿tenemos algo que decir?

Luis Almagro, compatriota, fue reelecto como secretario general de la OEA por la intervención directa del nuevo gobierno uruguayo. De hecho son de esos favores que en la jerga diplomática son “gratis”. Porque nadie obligaba al gobierno uruguayo a pronunciarse. El gobierno anterior ya lo había hecho contrariamente. Bastaba quedarse quieto. Los auspiciantes de su candidatura eran EEUU, Brasil, y Colombia. Y luego, con la “nueva diplomacia,” nosotros.

Venía desde su reelección bastante calladito. Esta semana irrumpió con titulares de primera página en toda América Latina. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Ciddhh) eligió para un nuevo período de cuatro años a su secretario ejecutivo. Almagro anuncia que no acatará. Lo grave es que no puede y lo hace igual. “El secretario general violenta la independencia de la Ciddhh e ignora sus competencias”, de acuerdo a la Carta de DDHH de la OEA.

En efecto, la independencia de la Ciddhh se respetó aun en épocas de dictaduras. Fue entonces, bajo la secretaría de Alejandro Orfica, simpatizante de los regímenes militares del Cono Sur, que se designó como secretario de la Ciddhh al Dr. Edmundo Vargas Carreño. Así se dio la contradicción que en pleno auge de las dictaduras, la OEA se pronunció por las desapariciones de Julio Castro, Elena Quinteros y publicó informes sobre la situación en Uruguay, Paraguay y Argentina.

Es la primera vez que un secretario de la OEA se niega a refrendar a quien, en uso de sus facultades, la Ciddhh designa como su secretario. La Ciddhh seleccionó a Paulo Abrão en julio de 2016 y, de acuerdo con lo estipulado por el reglamento de la Comisión, remitió el nombre a Almagro, entonces en su primer mandato, quien confirmó la selección y lo designó por un período de cuatro años. En enero de este año, lo designó por otro período, por unanimidad.

Reunida en Ciudad de México a principios de este año, la Ciddhh dijo que «por unanimidad» había decidido «renovar» la confianza en Abrão «por cuatro años más”. Posee amplia trayectoria en UNDP, Unesco, Unodc, Acnur, OIM, Acnudh. ¿Por qué se niega, entonces? ¿Tendrá algo que ver que, siendo brasileño, no goce de la simpatía (más bien todo lo contrario) de Bolsonaro?

Más elocuente aun es por qué dice que no lo nombra -más allá de que no esté en sus competencias vetarlo-. Es por quejas que dice tener en su contra Naida Pérez, ombudsperson de la OEA. Todo se explica con estos dos detalles: Naida Pérez no dice quién, ni de qué se le acusa. Pérez es designada por Juan Guaidó, el inexistente presidente de Venezuela que endiosa Almagro.

Dos días después, otro amigo de nuestra política exterior, el secretario de Estado yanqui, Mike Pompeo, también entra al Libro Guinness. En una convención republicana monopolizada por él, insulta al Partido Demócrata, en especial va contra Biden y el expresidente Obama; con cero propuesta, habla Pompeo. Es la primera vez, desde 1776, cuando nace EEUU, que el jefe de la diplomacia estadounidense habla en la convención de su partido. Siempre se ha procurado mantener una imagen de tono bipartidario en la política exterior.

Me pregunto qué va a hacer el gobierno de Uruguay, mi país. ¿Va a guardar silencio mientras un compatriota, finalmente auspiciado para su cargo, viola la carta de la OEA para debilitar el primer organismo de esa naturaleza del sistema interamericano?

Pompeo ha sido el jefe de nuestra política exterior. Nos llevó, con un llamadito telefónico, a apoyar, contra el candidato argentino, al propuesto por Trump para la presidencia del BID. Tanto Sanguinetti como el excanciller Talvi habían dicho que hacerlo violaba normas, uno, y que era “un error tremendo”, el otro.

¿Permanecerá en silencio? Bolsonaro, Trump y Almagro, agradecidos. Estaría todo dicho.

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