Tresfilos Tavares 26 / José Luis Facello

 

 


Veintiséis  

Día sesenta y seis.  

Atardecía y la superficie del agua transparentaba a una vez, la serenidad y los secretos  marinos. Dos lobos circunvalaban con mirada curiosa al velero, dando acrobáticos movimientos, atrevidamente cercanos, y si no trepaban a la cubierta era porque la cubierta quedaba fuera de su alcance. Cuando lo lograban en las embarcaciones menores como los botes, pasaban sus horas de ocio dormitando al sol. Mientras, a no más de tres millas del velero, el graznido de las gaviotas provenientes de la isla Gorriti preanunciaban con su caótico vuelo la idea más acabada de la libertad. Una de ellas se había posado en el farol al tope del mástil. 

Sebastiào Manoel era un experimentado piloto y desde la partida en Guanabara habían recorrido el largo trayecto sin demasiados contratiempos. Salvo rodear un frente de tormenta a la altura del lago Merym y poca cosa más de relevancia para quienes viajaban a bordo del “Ilha de Madeira”. 

Nina, desnuda, recostada en un sillón articulado recibía de pleno el sol, ajena a todo. Pero el clima de armonía se había roto la noche anterior, cuando sus amigos Sebastiào y Adào discutieron acaloradamente, muy al estilo de los trópicos, al renacer triviales desavenencias comunes a cualquier pareja.  

Ella admiraba la pasión y la fidelidad de ellos por un amor que había crecido desde la niñez y asentado en una tierra, en particular los cariocas, en la eterna búsqueda de la felicidad.  

La mujer pensó con satisfacción que había elegido un camino hasta cierto punto a su antojo, zigzagueante, donde el gozo y el amor no le fueron esquivos. 

En cierto sentido tenía envidia por la cuna de sus amigos.  

En cambio, para ella las cosas se precipitaron desde el primer momento. Ayudar a su madre a cuidar a cuatro hermanos y después a Luiz, desde la noche que lo encontraron perdido en la calle. Y al llegar a la casa, simplemente escuchar que tenían otro hermanito. 

En cambio, lo de ella y su tío Geraldo marcó un antes y un después. 

A los catorce años, juntos se escaparon a Ubatuba.  

Él la inició en las artes del amor por las madrugadas, cuando regresaba de la cocina de un hotel. Aquellos días felices duraron lo que duraron, tres o cuatro meses hasta que se fueron en busca de otras oportunidades al sur, a Sao Pablo.  

Allí, Nina fue a la escuela de fotografía y dos años después empezó a probar suerte en las fiestas familiares o en cualquier otro evento social. En aquellos días un fotógrafo era alguien prestigioso, respetado, dueño de la magia de registrar con su cámara réflex el acontecer del mundo. 

El alcohol empezó a trastornar al tío Geraldo, hasta que una mañana cualquiera dijo al despedirse: Nina vuelvo a Río, la ciudad que no debí abandonar por tu hermosura. 

A los dieciséis, por segunda vez se aventuró a andar por su propio camino.  

Había empezado a soplar la brisa y echó mano al pareo.  

Estuvo pensando que lo mejor era invitar a sus amigos a bajar a Punta, a olvidar, comer esa noche en un buen restaurante y festejar.  

Sebastiào agradeció la invitación, pero no creía conveniente abandonar el “Ilha de Madeira”, a merced de los vientos. Adào en cambio, se entusiasmó de inmediato con la idea de Nina como un modo de distender el entredicho con Sebastiào… 

Ninguno de los tres merecía pasar otra noche de discusiones y sobresaltos. 

El timonel, conociéndolos a los dos, los despidió de buen humor, recordándoles que, si no regresaban a bordo pasados dos días, se encontrarían en el puertito de pescadores de Piriápolis.  

El gomón puso rumbo al puerto de la playa Mansa cuando el sol caía a sus espaldas. 

 

Tavares apuró el paso camino al Nuevo Bristol. En quince minutos se encontrarían en el bar a instancia del comisario Panzeri.  

Por un momento se detuvo frente al quiosco, saludó al diariero y echó un vistazo a los titulares: “MILES DE MUERTOS EN CHINA; EL ADIÓS AL ARRIERO DE LOS ANDES; LONDRES: APLICACIONES PARA CUIDAR EL PLANETA”   

Supuso que no sería un buen día y muy temprano para empezar a hartarse de noticias. 

El comisario como de costumbre lo esperaba en la mesa tres. 

_ Siempre tarde vos, dijo Panzeri a modo de saludo.    

_ Buen día, dijo ignorando el comentario de su compadre. 

_ Buenos días, los recibió Fraga con formalidad. 

¿Lo de siempre? 

_ Mi café con media medida de coñac, pidió el comisario. ¿Vos? 

_ Cortado, como siempre. 

_ Me pareció conveniente que habláramos cara a cara porque surgieron algunas cosas de última hora. Te cuento, estuve tomando un café con el comisario Cartagena. 

Tresfilos, a un movimiento de su cuerpo escuchó a la silla emitir un crujido, y esa vez sonó como una señal de alarma. Percibió que definitivamente no sería un buen día y se dispuso a escuchar mientras saboreaba el cortado apenas endulzado. 

_ La investigación sobre el ahogado en el Buceo avanza paso a paso y con resultados a la vista, dijo Panzeri actualizando la información, pero de un caso ajeno a T.B.&P. y que no debería importarnos como no sea para la estadística.  

El médico forense confirma cómo murió, el tipo presenta hematomas en varias partes del cuerpo, pero un tajo certero y limpio en el cuello fue la causa de muerte. Por otro lado, los análisis de laboratorio detectaron en las vías respiratorias la presencia de cocaína y otras sustancias.  

El muerto había empezado a hablar, pensó el detective y por su cabeza pasaron otros casos, como el de Candela Maizani. 

_ Me decía Cartagena, que el hermano llegado de Brasil lo reconoció a primera vista, y de inmediato solicitar el traslado urgente del cuerpo a su país. Cuando las autoridades uruguayas lo autorizasen, se entiende, había manifestado con velado apremio considerando que un avión particular lo esperaba en el aeropuerto de Carrasco.    

Para entonces ya habían identificado a la víctima como Adaò Benjamin Veiga, brasileño mayor de edad, sin antecedentes policiales. 

Y la primera conclusión, dijo Panzeri, es que lo mataron en otro lugar. 

Corroboraron que el muerto, su pareja y otra mujer salieron del puerto de Guanabara en viaje de placer, navegando al sur en el “Ilha de Madeira”, un yate de propiedad de la pareja. 

_ No se privan de nada… comentó innecesariamente el detective. 

Tresfilos tenía lejanos recuerdos de las ilustraciones del manual escolar; el cerro Corcovado y las playas de Río de Janeiro, que provocaba en los niños cómo imaginar el Brasil o el mundo entero… 

Con el correr del tiempo otras imágenes referirían a lugares modernistas como Brasilia o San Pablo, exóticos y misteriosos tal el río Amazonas o la ciudad de Manaos a sus orillas. Lugares que anidaron leyendas fantásticas con el arribo de nuevos dioses y diosas, acompañantes al desembarco de esclavos en las costas de Pernambuco o Bahía. 

País grande y de grandes contrastes… cavilaba el detective hurgador de curiosidades. 

_ ¿Raro no? preguntó Panzeri. 

_ ¿Qué cosa? respondió Tavares sorprendido. 

_ Hace diez minutos que te cuento de la charla que tuve con Cartagena y vos pareces estar en babia.  

_ Disculpe comisario, no tengo un buen día. 

_ Entiendo. Resumo en pocas palabras, dijo el otro sin más. 

En aguas uruguayas el “Ilha de Madeira” fondeó frente a la isla Gorriti, y dos o tres días más tarde repitió la maniobra en Piriápolis.  

Lo llamativo de la investigación de Cartagena y el sargento Sosa, fue que al abordar al velero se encontraron con un solo tripulante, el timonel Sebastiào de Abreu. 

_ ¡Sosa ascendido a sargento! Evocó el detective en voz baja los buenos recuerdos de otros tiempos en las filas de I.P. 

El otro brasileño y Nina, la mujer, habían desaparecido. El timonel, por boca del comisario Cartagena se enteró de la muerte de Adào, su amiguito de toda la vida. 

Panzeri no pronunció la palabra gay porque no figuraba en su repertorio policíaco.  

_ Ubicaron a dos de tres. ¿Y la mujer? preguntó el detective. 

_ A la mujer se la tragó la tierra. Pero ahí no termina la cosa. 

_ ¿Qué más entonces?  

_ Cartagena con la orden judicial a mano, allanó el velero, retuvo el teléfono entre otras cosas de interés para la investigación y comunicó a de Abreu, que él y el “Ilha de Madeira” deberían permanecer en el puerto hasta nuevo aviso.  

_ Un muerto y dos sospechosos de asesinato, subrayó Tavares. 

_ Pero falta lo más interesante… dijo Panzeri, mientras pedía al mozo, otra vuelta. 

Al analizar las carpetas de fotografías y el Facebook encontraron material por demás sugestivo. 

Me explico. Me contaba Cartagena que quedó registrado el viaje de placer al estilo de los millonarios europeos, todos en pelotas, brindis con champaña, pesca de altura con invitados, juguetes sexuales en el camarote y las selfies como en una serie pornográfica a cada dos por tres. ¡Muy variada muestra! 

_ Convengamos que es el sueño de muchos y el estilo de vida de pocos… 

_ Convengamos que vos no podés hablar… 

¿Qué surgió de interés al observar las fotografías? 

_ ¿Qué cosa comisario? preguntó Tavares con real expectativa, pero algo cansado.  

_ Nina, la mujer con cuerpo de reina de comparsas, no es otra que nuestra conocida experta en arte, Antonina Creuza. 

_ ¡Puta madre! Sabía que hoy no sería un buen día. 

 

Cuando a las nueve, Jessica Buendía dio la primicia con las primeras imágenes en vivo, Creuza bebía un jugo de naranjas sin prestar atención a la pantalla de la tele. Pero cuando la locutora hizo referencia al hallazgo de un ahogado, un cuerpo desnudo con una medalla al cuello del club Guanabara, quedó paralizada y sin poder evitar que el vaso cayera y se rompiera en mil pedazos. 

Una hora después saldaba la cuenta y el conserje llamaba a un taxi del hotel. 

Mientras se preparaba para partir hizo un llamado al señor Heber, el ingeniero y representante de Ademar Marcio Archanjo en el negocio agroindustrial. No hubo problemas a su pedido y de inmediato se dispuso a seguir las indicaciones del ingeniero. Viajar hasta San Luis al Medio y de allí a la estancia donde la esperaría una avioneta, para cruzar la frontera y continuar hasta el aeropuerto Lopes Neto en la ciudad de Pelotas.  

De ahí en adelante, la mujer confiaba que se las arreglaría por su cuenta. 

No quería verse implicada en nada ilegal fuera de su país, e intuía que algo gravísimo podía haber ocurrido a partir del momento que ella optó por alargar la visita en Punta y despedirse de Adào en el muelle, mientras veía alejarse el gomón que lo llevaba al “Ilha de Madeira”. 

No sabía que podía haber ocurrido, pero Adào amén de estar pasado de drogas, era un experimentado nadador y la noticia de la tele era eso y por ahora nada más.  

Pero la inquietaba, como más la inquietaba la carga escondida a bordo del velero. 

El secretario personal de Ademar Marcio le había avisado que habían depositado un dinero extra en la cuenta de T.B.&P. por la recuperación del Portinari, pero en particular como modo de compensar el perjuicio, a más de estimular al detective Tavares, hasta terminar el asunto pendiente con el estúpido de Bermúdez.  

Hacía mucho tiempo, que Ademar Marcio repudiaba la violencia y prefería un mal acuerdo a un buen juicio. Lo había aprendido de sus años en prisión y después lo corroboró en las calles de Sao Paulo cuando puso en marcha, paso a paso, el manejo de los pequeños negocios, comidas rápidas y venta de repuestos para automóviles, que encumbraron su nombre a lo que es hoy. 

Después de cuatro horas el taxi llegó al casco de la Estancia Herança da Índia morta. 

Pero lo que la mujer no lograba entender es la rapidez como corren las noticias de un hecho prácticamente ignorado, como para que lo ocurrido en la tienda de la calle Rincón llegase a oídos de su jefe a dos mil kilómetros al norte. 

La gratificación a T.B.&P. era un buen motivo para llamar al detective y preguntar por su recuperación y enterarse de alguna novedad.  

Tavares resultó un buen sujeto y un acierto dar en Montevideo con la agencia. Él era una persona sin demasiados escrúpulos con la que se podía negociar.  

Y ambos, pensó la mujer, tenían sobrados motivos para encontrar a Lalo Bermúdez.  

 

*** 

 

Como todas las noches, a las nueve y un minuto, Jessica Buendía hizo su aparición frente a las cámaras. Lucía un trajecito negro, blusa blanca con volados y un pañuelo color sangre anudado al cuello. Se la notaba cansada y si no fuese por la destreza técnica de la maquilladora, el rostro de la conductora de El desatino de la brújula, luciría en estado natural, ajado y añoso, para desazón de los cientos de miles de televidentes que seguían de buena fe sus consejos y recomendaciones por la CNN. 

 La felicidad colectiva no admite medias tintas y entonces la Buendía sonrió como sólo ella sabe hacerlo, para dar comienzo al relato de las últimas noticias. 

Resulta preocupante, dijo con calculada prudencia, para las autoridades y personas de bien, que un rumor haya sido capaz de desatar oscuros pensamientos sino la paranoia en algunos lugares innombrables de nuestra querida ciudad. 

El zócalo reprodujo al pie de la pantalla de modo continuo y veloz, la palabra:  

PREOCUPANTE-PREOCUPANTE- PREOCUPANTE… 

Algunos viejos vecinos del barrio alturas de Malvín, juran haber visto deambular a una muchacha por los pasillos de los edificios, unos pocos dan fe que sólo la vieron en la torre GH-57 y otros menos afirman que se trata de la aparición de la Virgen. Y la contraparte, el rezongo de los apóstatas que achacan todo a las alucinaciones que producen el desmedido consumo de fármacos. Velados comentarios refieren al asunto como un fantasma que vagabundea por el lugar… y de lo que no sería ajena una conocida vidente de ese lugar. 

De inmediato el zócalo cambió a:  

FANTASMA EN LAS TORRES- FANTASMA EN LAS TORRES… 

El rumor, continuó la Buendía, remite como nuestra fiel audiencia recordará, al caso de Valeria Piriz, la muchacha desaparecida en la noche del gran apagón. Bastó la propagación de los supuestos en vías de convertirse en certezas, para que la policía movilizara todos los medios disponibles a su alcance. 

Pero podemos afirmar, gracias a nuestros compañeros del móvil instalado frente al complejo edilicio en la avenida Carrasco, que nuevas y anónimas expresiones populares han motivado el encendido de cientos de velas, acompañadas de humildes ofrendas florales y letreros pegados en los muretes próximos a la torre GH-57.   

Las redes no han sido ajenas a la movida que genera opiniones de diverso tenor, con cierta insistencia y exacerbación en lo tocante a los derechos individuales. 

Por otra parte, podemos confirmar que mientras unos reclaman contra la violencia a las mujeres y el fin de los femicidios, otros cibernautas juntan adhesiones para declarar a la torre GH-57 como sitio sagrado, con el objetivo de convertirlo a futuro en ruta de peregrinación y estímulo al turismo. 

El zócalo volvió a re-titular con el énfasis característico: 

MILAGRO EN MALVIN- MILAGRO EN MALVIN…  

Jessica Buendía tomó un respiro, sonrió generosamente y dio paso a la entrevista en directo con el policía a cargo del operativo en las torres, el comisario Félix Cartagena. 

Visto la confusión generalizada, dijo el comisario, con respecto a los lamentables sucesos ocurridos en las torres de alturas de Malvín, entiendo necesario puntualizar en honor a la verdad, dada la multiplicidad de voces tan diversas que confluyen al caos.  

Primero, no hay detenidos sino demorados a identificar por hechos vandálicos, como la rotura de la luminaria pública o la proliferación de grafitis que ofenden el sentimiento ciudadano. Segundo, hemos realizado un control de rutina en base al último censo, de las personas denunciadas por los vecinos como prestadores de servicios sexuales en la vía pública. Hablando claro, prostitutas y travestis, dijo con rostro adusto. Y tercero, reconocer un exceso de celo profesional de parte de algunos funcionarios a mí cargo, en la incursión, forcejeos y demora indebida de los habitués al almacén “La última copa”.  

Para llevar transparencia a lo ocurrido en el día de la fecha, iniciaremos un sumario administrativo al personal actuante y si la situación lo amerita, se dara intervención al departamento de A.I., asuntos internos. 

Una vez más el zócalo puso énfasis en el acontecer: 

DETENCIONES EN MALVIN- DETENCIONES EN MALVIN… 

Para finalizar, queremos llevar tranquilidad a la población mientras por específicas instrucciones del ministro, continuamos con el cometido de llevar tranquilidad a los vecinos y la población toda. Entre nuestros objetivos está recuperar la bonhomía de los montevideanos, lejos muy lejos de las diabólicas imágenes que lamentablemente hacen a las noticias diarias. Muchas gracias, Jessica. 

A usted comisario Félix Cartagena, agradeció la conductora de El desatino de la brújula y dio paso a una tanda publicitaria. 


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