EL EXPRESIDENTE Y EL MISTERIO. (CONTINUACION....)/ J. J. FERRITE

 


Diciembre, en el año de la peste.  

 

Acá, el viento norte achicharra lo que toca. Disculpe, pero a la cebadura le agregué un chorro de ginebra. Para refrescar, se entiende. 

La muerte del expresidente, fue un asunto que conmocionó a los orientales de las dos orillas. E invita a algunas reflexiones, que, en esta ocasión, refiere a T.Vázquez visto desde lo que, en su momento llamaron el departamento veinte.  

Puro cuento, le cuento. 

Con o sin pandemia, nos mata la incertidumbre.  

Los uruguayos radicados en la Argentina, que en ocasiones somos 100 mil y en otras 400 mil llegamos a estas playas, entre 1965 y 1985, dicho groso modo…  

Las cifras que carecen de alma, eran invocadas por los candidatos en vísperas de elecciones, invitando a cruzar el charco en pos de garantizar el sueño frenteamplista o a votar en los referéndums. 

Muchos cruzamos como una forma de tributar respeto a los orientales que mantenían las banderas en alto. 

Usted no me conoce, pero como tantos milité por el F.A. allá por sus comienzos.   

Los mensajes de T.V. en Buenos Aires no referían a repatriar a nadie, e hizo bien, porque resultaría poco creíble para los migrantes económicos, siempre atentos a los vaivenes del empleo y los salarios en el lugar que sea. Como dato, sobra con los testimonios de los parientes de allá: vamos tirando, tu hermano se fue, murió la tía, tu sobrina cumplió tres añitos, la plata no alcanza… 

Tampoco prosperó habilitar el voto consular para los uruguayos dispersos en la vasta geografía de la Argentina y del mundo. Ni crear una herramienta que facilitase los giros de dinero, en particular, para quienes tienen familia en las dos orillas. 

El tiempo pasa, mientras la injusticia y la desigualdad asolan a los latinoamericanos, a unos más a otros menos. Guste o no ese es nuestro espejo. 

Parecería que a veces el espejo está invertido, o roto, o empañado, tanto que impide ver al otro, y la historia acompañante. 

Así, T. Vázquez como otros dirigentes/as (J. Mujica; C. Moreira; L. Topolansky) evitaron, visceralmente, hacer cualquier referencia a Perón y a Evita, a Néstor y a Cristina Kirchner, ignorando los procesos populares que trajeron felicidad al pueblo argentino. Aún a sabiendas de que muchos uruguayos militamos en las filas peronistas. 

Y después del discurso, las contradicciones. 

Muchos dirigentes del F.A. pasaron de la simpatía por Lula Da Silva y la izquierda brasileña, al alineamiento con la Alianza del Pacífico y D. Trump; de la Unasur, a Almagro y OEA conspirando contra Venezuela; después del respeto en los asuntos internos de los países latinoamericanos, ahora sembramos la desconfianza regional… 

Nada es dramático ni irreversible en política. 

Del histórico espíritu anti-porteño que remite a la patria Vieja, a la Banda Oriental y las luchas federales, en un oscuro momento, se pasó a la propaganda que suplantaba porteños por argentinos, un asunto reponteciado con gobiernos peronistas por estos lares.  

Una contradicción flagrante, cuando se invoca al turismo y las inversiones desde el país que nos cobija. Coherente, desde la perspectiva de las derechas y un mundo para pocos. 

 

Mientras ensillo la cebadura, traigo estas cosas de mi memoria, sin otro afán que reconsiderar que fue lo que pasó, digamos en las últimas dos décadas.  

¿Cómo entender que el ideario artiguista, el federalismo y la causa de los pobres, haya sido barrido, sino ignorado por los propaladores de la “versión oficial”? (Versión oficial del signo partidario que sea).  

Es como si en esta democracia, se escuchase cualquier voz, hasta el hartazgo, todas las voces menos la de los que no tienen voz.  

Digo, apelando más al corazón y menos a la estadística, deberíamos reconocer de una buena vez, que nuestra matriz, es estas tierras que alumbra a negros o criollos, a mestizos de sangre india, o a migrantes que perdieron la “supremacía europea” viviendo de un jornal. En la américa mestiza, algo de todo eso somos…  

Entre mate y mate, podríamos como se dice en estos pagos, “desensillar hasta que aclare”, y sin apuro, descifrar qué nos llevó a tener en el año de la pandemia, un gobierno cajetilla en Uruguay. 

Y esto, por ahora, es también parte del misterio.                                              J.J. Ferrite 


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