El arriba surfeando y el abajo que se mueve Por Juan Raul Ferreira / CARAS & CARETAS

 



El año 21 es raro. Empieza, pero no empieza, como siempre en Uruguay. Pero ya no corre aquello que el año realmente empieza cuando llega la última rueda de la vuelta ciclista. Trabajo en casa, seguro de paro, desempleo, poca actividad gastronómica, incertidumbre sobre inicio de las clases. En el último mes, murieron más de la mitad del total de fallecidos desde el inicio de la pandemia. Mientras batimos, cada semana nuestros propios récords, en muertes, o en capacidad hospitalaria o en contagios, el presidente veranea.

¿Cómo vamos a saber que el año empieza? ¿Inicio de clases? ¿Vuelta al trabajo? ¡Ni siquiera habrá Carnaval! Vamos a ver que el año empieza cuando el “abajo” se haga sentir. El gobierno no se la vio venir. Verla antes es la diferencia entre un gobierno serio y uno inmaduro. Improvisado. Cero previsión sanitaria, contradicciones, vacilaciones y secreto (hasta en la compra de vacunas). Además, aprovechando la crisis de salud para legislar y decretar todo lo impopular junto.
Mientras, el presidente hace surf.

Mucha gente me dice que le doy a esto demasiada importancia. Es que la tiene. Con lo que sabe del tema y cómo manejarlo, mejor lejos, dicen algunos. Y sí. Salió a ningunear al gobierno argentino con el “yo no prohíbo nada” en vez de pensar cómo podíamos negociar juntos en la región, por la vacuna y otras medidas. Ahora prohibió todo, cambió ya tres veces la hora de cierre de los bares. Sacó la LUC, el Presupuesto, la prohibición de las “aglomeraciones” (art. 38 de la Constitución), sin decir a partir de qué cantidad de gente se viola la ley. Aumentó las tarifas, por segunda vez en pandemia.

Pero además de medidas acertadas, más equitativas para que no caiga, una vez más, sobre los sectores más vulnerables, los símbolos, las señales importan. Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis comenzaron a bombardear Londres, la bandera que indicaba que allí estaba la familia real no dejó de flamear en Buckingham. Y fue importante. La gente que sufría sentía que los de arriba estaban. Ver en medio de todo esto a Lacalle (h) sacando selfies, con su tabla al hombro, indigna.

Bajó el petróleo, subió la nafta. Amplió la franja a partir de la que se paga IRPF, a la vez que este aumentó su tasa. O sea: achicó los salarios más bajos y las jubilaciones. Subió todo lo que juraron no tocar. Y cuando se les va de las manos el control de la pandemia, se lo atribuyen a las movilizaciones sociales. Frente a mi casa, en el monumento al gaucho, COFE organizó una protesta. La vi porque era cerca y porque estaba mi hijo que preside uno de los gremios que la integran. Parecía un quirófano. Distancia social, tapabocas. Pero hay que cargar sobre el campo popular siempre. Hay que aprovechar la dificultad de movilizar en pandemia.

Este gobierno no sabe dar un paso sin criticar antes al FA. Protesta por los aumentos de tarifas de los últimos 15 años para levantar la apuesta con una desproporcionada suba, que había jurado no hacer. Al Dr. Ignacio Posadas se le va la moto con todo tipo de descalificaciones al Pit-Cnt. Algunos ministros que se definen como wilsonistas consideran que hablar con los gremios implica un “corporativismo fascistoide”. Les vamos a recordar las palabras del propio Wilson que el 16 de mayo dijo: «Me honra [hablar en un] acto presidido por la bandera de la CNT, central única de trabajadores de mi país, que […] nunca podrán borrar de la vida y la construcción del futuro del mismo”.

Esa será la señal de que empezó este año 2021: la protesta popular, para poner freno al esfuerzo restaurador del neo liberalismo que nos enseñaron a combatir de muy pequeños. Este año, el de abajo se va a mover. Ahí vamos a saber que empezamos. No habrá Carnaval, ya sé, pero el año empezará, como dice Metele que son Pasteles, porque “habrá que juntar a toda la izquierda”. Este año se vienen elecciones en el FA y su Congreso. Arrancamos con la juntada de firmas para anular la LUC. Se viene el Congreso del Pit-Cnt y la gente votará para decidir a cielo abierto el futuro de una ley impopular. Eso será el año 2021.

Todos, codo con codo, como siempre, enfrentando, a un gobierno, no dictatorial, pero defensor de un modelo económico que hace más ricos a los ricos que serán menos, y que aumenten los pobres y sean más pobres que antes. Todos los sectores progresistas estaremos a la altura.
Cuando “el de abajo se mueva y el de arriba esté nervioso”, habrá arrancado este año 2021

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