Manual para convencidos / SEMANARIO VOCES

 




En política como en muchos otros campos se practica la técnica del

hecho consumado para embretar a aliados a plegarse a una postura

Y la campaña por el referéndum contra la LUC es un claro ejemplo.

Cuando hace meses algunos sindicatos lo plantearon el propio

presidente del PIT-CNT, Pereyra, se mostró escéptico al respecto.

Cuando algunos grupos del Frente (léase PCU y perros falderos)

lo propusieron, hubo varios sectores que dijeron estar en contra.

Pero la dinámica de los hechos es muy fuerte y nadie quiere quedar

en orsai, dándole ventaja a que su aliado gane puntos por izquierda.

Así vemos que lo primero que dicen figuras relevantes como Orsi,

Astori, Bergara o Richard Read, es: “Yo firmé”, para evitar críticas.

Nadie se anima a mear en la iglesia arriesgando la excomunión.

No vamos a entrar en los argumentos vulgares de que la iniciativa

es antidemocrática, o en el infantilismo de afirmar que es preferible

que los muchachos junten firmas y no salgan a enfrentar a la policía

La iniciativa a mi criterio obedece más a una necesidad de marcar

postura y darle a la militancia un motivo para seguir funcionando.

Con el shock de la derrota encima y lo difícil que es asumir los

errores, la iniciativa es un buen atajo para saltearse la autocrítica.

Es reducir la actividad política a una simple acumulación coyuntural.

Que se limita a seguir pescando en la pecera partidaria, porque es

muy difícil creer que a la mayoría del pueblo hoy le preocupe la LUC

¿0 acaso alguien está convencido de que así se genera conciencia?

Todo apunta a querer hacer un plebiscito en contra del gobierno.

Y es tan grande la miopía que no se visualiza la posibilidad que es

casi una certeza, que no se llegue a juntar las firmas requeridas.

El porrazo puede ser muy grande y el costo político mayor aún.

Da la impresión que nos estamos salteando la bolilla de la

estrategia y todo se reduce a apuntes tácticos de corto vuelo.

Hoy una izquierda responsable debería estar planteando las

soluciones a los graves problemas de trabajo, educación y vivienda

que tenemos como sociedad, y de los cuales nos cabe alguna

responsabilidad luego de haber ejercido tres veces el gobierno.

Nos debemos un análisis de la composición de clases del Uruguay

para poder estructurar en serio una nueva política de alianzas.

Podemos seguir dando vueltas en la ruedita como las ardillas y

jugar a la revolución y la resistencia sin llegar a ningún lado.

O elaborar otra vez un imprescindible proyecto de país para todos.

Alfredo García

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