FUNDAMENTOS METAFÍSICOS DE LA LIBERTAD HUMANA por Juan Alberto Treglia | Filosofía / FORJA

Fundamentos metafísicos de la libertad Reseña bibliográfica del Libro ‘La Libertad’ del Dr. Alberto Caturelli Supuesta la libertad originaria (que demuestra que el hombre es libre por naturaleza) en el tiempo se ejerce la libertad derivada que, por medio de cada una de sus opciones ejercidas en cada presente, prolonga el tiempo de la existencia humana. LIBERTAD PLENA, LIBERTAD TOTAL, LIBERTAD ABSOLUTA Cuando a partir de la libertad originaria se logra en el tiempo un hombre formado esta libertad es plena en su orden. El hombre educado logra cierta plenitud en el tiempo, pese a todas las imperfecciones y obstáculos del tiempo de la finitud, pero cuando el hombre educado elige en cada opción siempre el Bien Infinito logra cierta libertad total. Nadie más libre que el hombre bien formado, nadie más esclavo que quien se ve sometido a los vicios y pasiones. Hacer lo que venga en ganas es ser esclavo, hacer lo que se debe en cada momento del tiempo es ser libre y es ser, por eso, hombre. El proceso de la educación en el tiempo es proceso de la libertad plena en la libertad total como tensión permanente hacia el fin último natural del hombre. Pero el fin último absoluto del hombre no es lograble en la línea del tiempo y es necesario aceptar que sólo allende el tiempo, después de la muerte, se alcanza el bien infinito en el acto supremo de la libertad absoluta. Absoluta en cuanto no está ya ligada a nada, es decir, a ningún bien finito, y tal es el fin absoluto de la formación del hombre en el tiempo: camino arduo que comienza en la libertad originaria y culmina en la libertad absoluta. Esta libertad absoluta no es en sí misma fin, sino el medio absoluto para la contemplación última del Bien infinito que es Dios (contemplación final absoluta). Este fin descubierto en la presente reflexión filosófica no es alcanzable naturalmente. La herida del hombre se lo impide, sin embargo la naturaleza queda en estado de apertura, de disponibilidad, para recibir la Palabra de Dios, si Dios quiere hablar al hombre. Para la concepción cristiana del mundo y de la vida las opciones libres de la libertad derivada, que se orientan al fin último absoluto natural del hombre, son la constitutiva disponibilidad del hombre para su fin último sobrenatural. Por lo cual, ya no es formar al hombre natural sino el hombre cristiano; luego Cristo es el supremo modelo de la educación cristiana, es Él que debe ser esculpido desde dentro forjando el carácter de cada hombre concreto. Y así Él es la Causa Ejemplar de toda verdadera educación y el tiempo de la libertad derivada es tiempo crístico, porque es el tiempo de crecimiento de Cristo en el hombre. Educar la libertad humana requiere saber, respecto a la libertad, cuál es el punto de partida y cuál es el punto de llegada. La educación viene a ser el camino. El preguntarse ¿para qué mi libertad? Da sentido a la educación de la libertad. Somos libres no para que libremente establezcamos el bien y el mal, sino para que siempre y en todo podamos obrar el bien libremente por amor. La tremenda posibilidad de elegir el mal no es libertad, ni parte de libertad, aunque sea signo de libertad.[1] Por eso ser libre no es ser independiente. Es poder depender de lo que amamos, si entendemos el amor íntimamente relacionado con el bien y con la verdad. La libertad humana es capacidad de autodominio, de servicio, de elección, de aceptación, de decisión, de iniciativa, de autotrascenderse … El autodominio, o señorío de sí, consiste en ser capaz de mandar sobre uno mismo. No sólo implica un ejercicio eficaz de la voluntad, sino también la actualización de potencialidades y, por tanto, una mayor cultura, una mayor preparación profesional. El autodominio es la superación de limitaciones tales como la pasividad, la ignorancia, el egoísmo. El autodominio se manifiesta en el uso inteligente de la inteligencia y la voluntad y en las virtudes de la sobriedad y la fortaleza. En general todas las virtudes humanas y sobrenaturales implican autodominio. Es autodominio la capacidad de decisión que se opone a la indecisión, a la vacilación y que es el final de un proceso de elección o de aceptación. Se puede llegar a la toma de decisiones eligiendo o aceptando según exista o no más de una opción; según se pueda optar en función de un objetivo a conseguir entre dos o más alternativas o, por el contrario, se acepte una alternativa, también en función de un objetivo, sea porque no hay más, sea por aceptación de una decisión ajena. Esto se refiere al ejercicio de la obediencia en seres libres. El servicio da sentido a la vida del hombre pero desde su libertad. Para que el servicio humano cumpla esta condición basta con que exista autonomía interna, determinación de servir; no es necesaria, aunque sí deseable, la autonomía externa. En realidad, hay determinación o decisión de servir cuando hay amor. Se sirve libremente por amor y además, sólo el amor a Dios es suficientemente motivador para servir libremente. Negarse a servir conduce a zonas de egoísmo, de egocentrismo, y de egolatría. Negarse a servir es negarse a amar. El amor presupone la libertad, pero aspira a un servicio desinteresado; el que ama toma inmediatamente una decidida actitud de servicio y es precisamente este servicio de amor lo que desvela la más alta y satisfactoria libertad, que lleva a San Agustín a afirmar “ama y haz lo que quieras”. La educación de la libertad, como desarrollo de capacidades humanas, puede resumirse en un proceso de mejora de estas dos dimensiones del hombre: autodominio y servicio. Un mayor autodominio para un mejor servicio. Una precaria autonomía interna hará que un hombre se limite a reaccionar en lugar de decidir; aprender y enseñar a tomar buenas decisiones constituye un aspecto central de la educación de la libertad.

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