Los dinosaurios van a desaparecer / CARAS & CARETAS

Suelo decir que a los colorados les afecta el síndrome del lector del diario papel: se mueren los lectores, se mueren los electores.
Ciudadanos votará el desafuero de Manini Ríos POR LINNG CARDOZO 4 SEPTIEMBRE, 2021 FACEBOOKTWITTERWHATSAPPTELEGRAMPRINTFRIENDLYGMAILCOMPARTIR Hace alrededor de sesenta y cinco millones de años se extinguió el último dinosaurio. Con ese fenómeno concluyó la era del Cretácico y comenzó la del Paleógeno. No hay acuerdo entre los científicos sobre las causas de la extinción. Unos dicen que fue a consecuencia de un impacto extraterrestre, por ejemplo un asteroide o un cometa, o un período de gran actividad volcánica. Las fases o los períodos en la historia no se pueden establecer en fechas precisas, aunque para simplificar historiadores y analistas suelen ponerles fechas con el único objetivo de ser más claros u ordenar la sucesión de hechos relevantes. Con el Partido Colorado pasa lo mismo. ¿Cuándo empezó su decadencia? No hay una fecha definitiva, clara, de su alejamiento de las grandes masas que lo tuvieron cortando el bacalao casi 100 años. En un listado ligero, uno podría señalar que la decadencia comenzó con Luis Batlle Berres; asumo que es una simplificación caprichosa, pero los años sucesivos mostraron las erupciones volcánicas que sufrió en su interior la colectividad histórica. Adviértase esto: en tan solo diez años -desde 1958, cuando pierden las elecciones a manos del Partido Nacional, hasta la crisis de 1968-, los colorados se deshilacharon, perdieron cohesión, se desdibujaron, se rompieron, trajeron un ruralista (Juan María Bordaberry para salvar los trapos) y la opción militarista, conservadora y oligárquica se apoderó de ellos. Luego vino lo que vino. Faroppa: crecimiento con equidad Con pocos ciudadanos proscriptos y teniendo un diario (El Día), los colorados y el batllismo comenzó a moverse. No había tenido un preso, un muerto, un torturado, quizás algún exiliado. Eran los que habían alfombrado la opción autoritaria y, por ello mismo, eran los más confiables para los militares. Con una estrategia definida de partido catch-all -expresión en inglés que significa literalmente “atrápalotodo” o rastrillo con dientes a la derecha y a la izquierda-, los colorados comenzaron a moverse. La derecha la tenían adentro, había que comenzar a lanzar guiñadas a la izquierda (una izquierda que habían perdido con Zelmar Michelini y Alba Roballo en los inicios de los 70). El diario El Día fue, lentamente, una trinchera del liberalismo y de la progresía colorada. El matutino -en cuyo histórico edificio hoy funciona un garito, vaya metáfora- tenía un suplemento llamado La Semana de El Día. Allí, con seudónimos algunos, comenzaron a aparecer algunos énfasis progresistas. No todos se ocultaron. Es el caso del Cr. Luis A. Faroppa, un batllista que siempre se alineó con la fuente del batllismo histórico, con fuerte presencia del Estado y con un claro compromiso por la distribución del ingreso. El 13 de enero de 1979, Faroppa tituló su columna en La Semana de El Día “Crecer y distribuir con equidad”. “Las poblaciones situadas por debajo de la línea de pobreza crecen ininterrumpidamente y la concentración del ingreso en los estratos socioeconómicos superiores se amplía sostenidamente […] en lo económico, sin embargo, las principales derivan de una actitud preferente hacia el capital respecto del trabajo, que se objetiva en conductas que, al mismo tiempo que liberalizan los precios y estimulan ganancias empresariales, contienen o retrasan las mejoras de los ingresos de tipo salarial”, escribió ese día el contador Faroppa. Estoy hablando de 1979, cuando la dictadura estaba ensayando su experiencia neoliberal. Más adelante Faroppa sostiene: “El crecimiento económico, medido a través de un índice de producción o de ingreso por habitante, debe constituir solamente un medio para otorgar las condiciones cada vez más dignas de las mayorías. Si no se consigue ese objetivo, el crecimiento pueden ser ‘políticamente intolerable’”. Y concluye: “En definitiva, si queremos que la concepción humanista triunfe sobre la material”, se debe integrar “lo social a la visión económica […] ayudar a invertir la situación actual y poner, como corresponde, la economía al servicio del hombre y de la sociedad”. Ojo: están leyendo a Faroppa, no a Danilo Astori y su larga prédica y acción en favor del crecimiento con equidad (para Astori, Faroppa siempre fue una fuente de inspiración). Los colorados batllistas sedujeron a progresistas con la oferta de la Corriente Batllista Independiente en 1984, pero esta enseguida sucumbió. Lo posterior es historia reciente: crisis de 2002, los colorados como bolsa sin manija, Pedro Bordaberry como talismán colorado (hasta que se dio cuenta que estaba al borde de la tumba) y un resurgimiento por el lado de Ernesto Talvi, que también sucumbió. Desde aquellos años 60 hasta nuestros días, el que perdura es Julio María Sanguinetti, que tiene vocación inequívoca por el poder y poca por el batllismo. Hoy, descoloridos, insípidos e incoloros, los colorados fungen de secretarios de actas de los blancos; quién lo diría. Si estuvieran en África, hasta se podría decir que los colorados están siendo extinguidos por la voracidad del hombre blanco. Suelo decir que a los colorados les afecta el síndrome del lector del diario papel: se mueren los lectores, se mueren los electores. Los diarios, si se mueven rápido, se reconfiguran en sitios web. O cierran. Bueno, los colorados parecen ir derechito al camposanto mientras Manini se frota las manos en la puerta del cementerio. Ah, me olvidaba. Con la erupción de volcanes o el choque de meteoritos con la Tierra, cuando desaparecieron los dinosaurios, no se murieron todos. Se salvaron las tortugas, los cocodrilos, las salamandras, las ranas y las víboras.

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