LA VITA NUOVA Lo no sólido / CTXT

LA Si uno mira los medios, parece que han matado al Archiduque y que hay que darle su merecido a los serbios. Pero debajo de ese ruido, promovido por los Estados, están los mismos Estados que, paralelamente, practican el método diplomático Guillem Martínez 29/01/2022

Vladimir Putin en una reunión reciente con los miembros de su Gobierno.

Vladimir Putin en una reunión reciente con los miembros de su Gobierno. @KREMLINRUSSIA_E A diferencia de otros medios, en CTXT mantenemos todos nuestros artículos en abierto. Nuestra apuesta es recuperar el espíritu de la prensa independiente: ser un servicio público. Si puedes permitirte pagar 4 euros al mes, apoya a CTXT. ¡Suscríbete! 1- Mientras escribo estas líneas suena a toda leche en casa el Wachet auf, de Bach, esa pieza que explica el instante en el que –el contrato era ese– accedamos a la Resurrección y, bellos y sin memoria del dolor, despertemos los dormidos a un mundo, por fin, ordenado. El mundo, por cierto, debería ser Bach. Pero es Wagner. Para acabarlo de liar, Wagner no es siempre el mismo. No es el mismo el representado en el Baireaut de los 30, que esas cosas más deswagnerizadas que te cuelan hoy en día a precio de Wagner. 2- Nada, siendo lo mismo, es lo mismo siempre. Pasa con Wagner, ese desorden ordenado. Y pasa con la diplomacia, esa otra desmesura. 3- Sobre el orden donde, aparentemente, no lo hay. Pocas horas antes de la IWW / el desorden absoluto, en la última entrevista del alto funcionario de la diplomacia UK con el embajador de Alemania, el alto funcionario afeó enérgicamente –eso era lo más, por lo visto– al embajador, por el hecho de “haber roto la tradición de la diplomacia post-napoleónica”. La tradición post-napoleónica, ese oficio, consistía en mentir, pero no todo el rato y como único método. La diplomacia internacional, desde entonces, ha dejado formular dos guerras –o 2.456, si contamos las de Oriente Medio– en momentos de intensificación no –solo– de la brutalidad, sino de su canalización a través de la mentira. Lo que nos lleva a la pregunta, dos puntos, ¿seguimos en la tradición post-post-post-napoleónica, o se está desmadrando la mentira en la crisis de Ucrania? ¿Hemos entrado en modo armas-de-destrucción-masiva, o hay esperanza, de manera que merece la pena planificar un embarazo, un divorcio, o la adquisición de una secadora? Las políticas exteriores de los Estados exceden a los gobiernos. Y los hacen previsibles. Salvo en caso de una apuesta puntual e intensificada por la mentira 4- ¿Debajo de Wagner hay algo de Bach? ¿Qué? 5- Debajo de la información, debajo de Wagner, no está Bach. Pero hay cierto orden precario. Si uno lee –y, sobre todo, mira y escucha– medios, parece que han matado al Archiduque, y que hay que darle su merecido a los serbios, etc. Pero debajo de ese ruido, promovido por los Estados, están los mismos Estados que, paralelamente, practican el método diplomático que, como Wagner, siendo el mismo, no siempre es el mismo. 6- Las políticas exteriores de los Estados exceden a los gobiernos. Y los hacen previsibles. Salvo en caso de una apuesta puntual e intensificada por la mentira. Lo que suele ser una suerte de ruptura. Sin esa ruptura, y bajo el concepto de interés nacional, y bajo una serie de continuidades, tradiciones y compromisos, explícitos o implícitos, los Estados, aún estando en modo majara en sus políticas internas, suelen mantener políticas exteriores estables y predecibles. En cierta medida, y dentro de su brutalidad, diáfanas y sin sustos. Y, por lo mismo, con un margen, o no, de matización y de negociación. Ese margen no se ha superado en Ucrania, todo apunta a ello. 7- Los cambios en política internacional suelen ser traumáticos. Exemplum: en la política exterior esp pre-OTAN ahí está lo del Sahara. Un desastre humanitario en activo. Y un traumatismo que afecta ya a dos regiones. Y subiendo, con el progresivo fin de los combustibles fósiles, y con el progresivo uso de la inmigración como herramienta política en Marruecos, Esp y Europa. Cambios recientes en la política esp post-OTAN: la incorporación a lo de Irak. Wala. Y su retirada. Zas. Que, ya pueden ir enviando fragatas a las Quimbambas, aún se paga en la era Biden. Pues bien, visto lo visto, y por ahora, y a pesar del momento Wagner, no hay ningún cambio traumático en los sujetos que están interviniendo en el pifostio Ucrania. Rusia conoce las reglas internacionales. Sabe que puede hacer en su interior lo que hizo en Chechenia. Y sabe que en el exterior no puede hacer lo que la URSS hizo en Afganistán 8- De hecho, los sujetos de esta partida parece que mantienen el carácter más o menos previsible de sus políticas internacionales. Matizado eso con tres nuevos puntos de desparrame. Que son la época. Y que enturbia la percepción de todo ello. Se trata de a) la utilización del fake –un clásico desde el Sun Tzu, si bien hoy reformulado y rollizo y autónomo; no se pierdan el punto 13–, a través de los medios. La b) utilización de los cyber-ataques. Crípticos, secretos, otra forma de comunicarse, con otro lenguaje y en otra forma de intimidad, estos días han de ir a tope entre las potencias implicadas. Y c) algo siempre presente en los Estados, formulado en su día por Eisenhower como un nuevo sujeto, y que ha debido de crecer como sujeto de las relaciones internacionales, en tanto ha crecido y se ha mezclado con el Estado desde entonces: la empresa. Sí, China es la única potencia que ha acotado a la empresa. Pero China es, de por sí y por ello mismo, una empresa. 9- Veamos el Bach y el Wagner de todos estos sujetos. Veamos el Dramatis Personae del asunto. 10- Rusia parece matizar la política exterior soviética, en lo referente a la guerra. Mantiene viva, o quiere mantenerla, la codificación, las reglas de la Guerra Fría. Lo que permite leer sus movimientos. Respecto a la URSS, se ha modificado la banda sonora del compromiso con la paZzzzz y con el proletariadoZzzz internacionalZzzzz, por el compromiso con el pueblo ruso. Otra pantalla, pero igualmente literaria, y fácil de decodificar, con la que Rusia señala sus zonas de influencia. Rusia conoce las reglas internacionales. Sabe que puede hacer en su interior lo que hizo en Chechenia. Y sabe que en el exterior no puede hacer lo que la URSS hizo en Afganistán –una violación de las reglas de la guerra fría, pero también un desgaste absurdo–. Puede hacer, no obstante, lo que, precisamente, Rusia hizo en Crimea. Promover un movimiento pro-ruso que, vía referéndum, ese simbolismo, se traduzca en la anexión de un territorio de mayoría rusa. Al parecer, ese sería su límite –un límite ya traspasado, lo dicho, en Crimea; ya ves–. Pero el límite aún podría ser menor. Rusia, parece ser, está reconstruyendo la tradición y las herramientas de la Guerra Fría, en otro punto. En Rusia, no en la URSS. Por lo que pide Finlandias en otros sitios, más al Este. En Ucrania y Georgia. La finlandización, al menos en Finlandia, fue un engorro, si bien permitió el uso de la soberanía nacional. Rusia ha aportado sus demandas formalizadas y por escrito. En la tradición soviética de formalización de su política exterior. Lo normal es que, en este preciso instante, se esté discutiendo todo eso, lejos del ruido wagneriano. Y con cierta tranquilidad. O, al menos, cierta frialdad. En caso contrario, es que el mundo ha cambiado absolutamente. Rusia, a su vez, puede matar a disidentes en Occidente, pero es poco probable que mate pactos territoriales escritos, incluso, en una servilleta. Verbigracia: se lo pasó muy bien con la crisis catalana, pero se cuidó muy mucho de aportar la posibilidad de la posibilidad de la posibilidad de un movimiento de fronteras. Precisamente para no sufrir ese tipo de movimientos cerca de sus fronteras tal día como hoy. 11- EE.UU. es el más raro en todo este asunto. La razón: está raro. Tras la Guerra Fría, EE.UU. ha vivido una gran intensificación en su costumbre internacional. MVM explicaba, en ese sentido, que la tradición era que los Demócratas inauguraban guerras, para que pudieran concluirlas los Republicanos. Pues bien, los Republicanos han desordenado el mundo en tal medida desde 1989, que ahora los Demócratas son los que evacúan Saigón/Kabul. Tras la etapa Trump, America is back. Pero no tanto y no en el mismo sitio. Los intereses están en el Pacífico. Tienen países prioritarios –prioritarizados por, glups, Trump–, como UK en Europa, o Marruecos en África. Esto es, tiene prioridades más estilizadas, menos de potencia mundial de los glory days. Necesitan a Europa, no obstante, para no ser una potencia regional y pico. Y Europa está en modo Britania, cuando fue abandonada por Roma. Siguen siendo romanos, pero a su bola, sometidos a su mismidad. Y perdiendo el latín por momentos. En esta partida se está decidiendo hasta donde llega EE.UU. a través de Europa, con una OTAN no muy operativa –recuerden: Trump se piró de ella–. La sensación es que lo de Ucrania, esa no guerra, esa aún-no-guerra, es una suerte de guerra de Corea. Está explicando EE.UU. para las próximas décadas. Y hasta, como en Corea, por ahí aparece China, enseñando la honorable patita, y alineándose con Rusia. China, esto es importante, en términos generales solo es partidaria de invadir lo que ya se ha invadido. La sensación es que lo de Ucrania, esa no guerra, esa aún-no-guerra, es una suerte de guerra de Corea. Está explicando EE.UU. para las próximas décadas 12- Europa, un ente sin política exterior unificada, aporta política exterior unificada. Se suma al ruido wageneriano USA y, en su desunión, lo desmiente. Acepta el lenguaje pre-bélico de la Guerra Fría –le suena, lo recuerda–, pero lo desautoriza y lo desarticula, incluso, con su descoordinación. Se comporta con cierta fidelidad a EE.UU. Pero no remata la faena. En caso de yuyu se compromete a un castigo comercial y económico a Rusia –tal vez esto es lo importante, lo que solidifique, en este u otro momento; estamos en una Guerra Comercial mundial, antes que en una estricta Guerra Fría, o en una guerra caliente, de las de antes–, pero cada Estado europeo matiza ese duro castigo desde sus propias políticas exteriores y desde sus relaciones económicas con Rusia. Alemania ya ha señalado que un duro castigo económico sería contraproducente, Francia ya tiene suficiente con lo suyo, Italia, en su tradición de hacerse el sueco, hace y, mayormente, deshace. Esp es formalmente fiel a los EE.UU., esa forma de no tener que demostrar, forzosamente, su fidelidad. Por ahí está la OTAN, pero nadie recuerda, parece, cómo usarla. 13- En las telenoticias se suceden informaciones de envíos de tropas, escaladas, ultimátums, diálogos dramatizados entre Estados y potencias, a una velocidad que excede a la de la diplomacia. Tradicionalmente, esta velocidad no refleja la realidad de una negociación, sino el interés propagandístico de una decantación, típico de las situaciones pre-bélicas. Wagner. 14- En la realidad no se están enviando muchas armas a Ucrania –lo que no significa nada; tal vez ya se hayan enviado todas antes–, y las tropas destacadas en el escenario –expaíses del Este– tampoco son muchas. Una fragata o cuatro aviones, por ejemplo, son antes una formalidad estética ante el aliado EE.UU. –que así lo ha considerado, sin mucha alegría–, que una formalidad determinante ante un hipotético enemigo. Las medidas estéticamente más radicales –retirada de parte de los diplomáticos, que no de todos, en Kiev–, las han emitido los nuevos aliados de EE.UU. y de su tratado del Pacífico, y algún Estado báltico. No la UE. La UE –salvo Esp– depende del gas Ruso. Esto es, de una relación fluida con Rusia. La UE, a su vez, ha hecho de Macron –posee un maletín nuclear, y escasas ganas de utilizarlo conjuntamente– el interlocutor con Rusia. Lo que equivale a rebajar la tensión de manera notoria. En la sociedad rusa, ucraniana y europea no hay ganas, por otra parte. Las guerras sin ganas son un arma de doble filo para los Estados. Así acabó la IWW, una guerra iniciada con mentiras y finalizada sin ganas y sin varios de sus Estados iniciales. 15- Debajo de Wagner, del ruido y del desorden en esta situación, hay una crisis por el área de influencia rusa y occidental. Un género cargado de tradición en Europa, una situación a la que Europa y Rusia tienen cierta costumbre. Y también hay –y esto es lo importante y lo novedoso– la posibilidad de inflar la realidad y los medios con información confusa, ruidosa y decantada. Es novedoso, por ejemplo, que en este momento de confusión hayan participado más políticos y periodistas que militares. Las novedades vienen para ser ejercidas. Quizás no suceda en el caso Ucrania, pero será difícil que esta manera de modular la realidad no sea utilizada en el futuro. Algo que ya pasa en la políticas internacionales, que son su sustancia, puede llegar y pasar en las políticas internacionales. AUTOR > Guillem Martínez Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo) y de 'Caja de brujas', de la misma colección. Su último libro es 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). VER MÁS ARTÍCULOS @guillemmartnez Suscríbete a CTXTORGULLOSAS

Comentarios

Entradas populares